Perder peso y mantener un peso saludable a largo plazo no tiene por qué ser tan difícil como parece. En lugar de seguir una dieta temporal o quedar atrapados en la última tendencia de la dieta de moda, piensa en comprometerte a hacer cambios pequeños y simples que puedas mantener durante toda la vida.

Checa estos cambios realistas simples y fáciles que pueden hacer una gran diferencia en tus esfuerzos para perder peso. 

Esto es especialmente útil si eres uno de esos que dejan el plato limpio. Si comienzas con un plato más pequeño, y comes todo lo que contiene, que te llevará en menos calorías.

Parte de la razón por la que los platos y tazones más grandes te alientan a comer más es porque los alimentos pueden aparecer más pequeños en ellos. El mismo tamaño de porción de alimentos parece mucho más grande cuando se sirve en platos más pequeños, engañando a tu mente a pensar que está comiendo más, cuando en realidad estás comiendo la misma cantidad. 

El estómago tarda unos veinte minutos en enviar señales a tu cerebro de que estás lleno. Si comes rápidamente, lo más probable es que comas más de lo que necesita.

Comer a un ritmo más lento permite a tu cuerpo reconocer plenamente la sensación de saciedad; toma bocados más pequeños y mastica tu comida lentamente. De hecho, investigaciones recientes encontraron que las personas consumen aproximadamente el 12 por ciento menos de calorías cuando masticaban un trozo de comida 40 veces en comparación con sólo 15 veces. 

Esto puede parecerte una sugerencia tonta, pero funciona. Después de cada bocado, deja tu tenedor y toma un sorbo de agua (u otra bebida sin calorías). Esto ayudará a disminuir la rapidez con la que comes y te permitirá saborear cada bocado, lo que aumenta la saciedad.

La mitad de tu plato debe estar lleno de verduras. Estas están repletas de fibra y agua - los cuales ayudan a sentirte satisfecho por un período de tiempo más largo. Además, son bajas en calorías y llenas de vitaminas y minerales. Si te llenas de verduras de primera, tendrás menos espacio en tu estómago para esos alimentos con más calorías en el plato. 

A menudo, confundimos la sed con el hambre y comemos mucho cuando en realidad simplemente estamos deshidratados. Una manera fácil de asegurarte de que estás bebiendo suficiente agua durante todo el día: llevar una botella de agua contigo y tomar sorbos durante el día. Además, puedes beber un vaso de agua antes de cada comida – te ayudará a comer menos en general. 

Aunque tengas las mejores intenciones, es fácil volver a caer en tus antiguos hábitos si no planeas bien tus comidas y meriendas.

En tu día de la semana menos ocupado, pasa un poco de tiempo preparando los ingredientes de comidas saludables de esa semana. Pica las verduras y las frutas y colócalos en bolsas con cierres o recipientes. Cocina una gran tanda de arroz integral u otros granos enteros para utilizarlos en varias comidas. Antes de salir a cenar, lee el menú y la información nutricional en línea para poder elegir una opción saludable antes de llegar allí. 

Por: Sue Havenhand
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